Por Nicolás Santomé
La selección de candidatos que dejó las PASO dejó también la sorpresa de Javier Milei como el presidenciable con más cantidad de votos. El ambacentrismo cegó a gobernantes, analistas, periodistas y bonaerenses y porteños en general acerca de lo que viene ocurriendo en las provincias del interior, que fueron las que dieron un sacudón electoral y propulsaron en las urnas al candidato de La Libertad Avanza.
Mientras en Buenos Aires nos seguimos mirando el ombligo, en el resto de las provincias, 16, para ser exactos, Milei se impuso por sobre el resto de los candidatos, dejando las discusiones de sobremesa de los countries y barrios populares que rodean la capital tambaleando entre el desconcierto y el temor al avance de las propuestas anti-derechos de el León.
Creer que el voto a Javier Milei es solo de bronca o de desencanto con los partidos políticos tradicionales es cuanto menos un análisis pobre sobre lo que viene ocurriendo en Argentina desde hace tres o cuatro años. El votante libertario, o buena parte de él, la verdad es que se siente identificado con lo que pregona el otrora panelista de Fantino y apoya su discurso y sus propuestas de reducir el estado, derogar leyes que “atentan contra la moral” y dolarizar la economía. Milei planteó los problemas que sufrimos los argentinos y las propuestas para resolverlos. Si después se pueden llevar adelante o no esas propuestas, será otra discusión, pero en el mientras tanto su campaña fue la más certera de todas y logró captar a tres de cada diez argentinos que el domingo se acercaron a votar.
Lo que puede venir es aún más complejo de lo que estamos viviendo y analizando con las PASO. Si los resultados se mantienen más o menos en octubre, tendremos al liberalismo gobernando a nivel nacional, al kirchnerismo mandando en la provincia de Buenos Aires y al macrismo liderando la Ciudad. ¿Será posible la gobernabilidad con ese panorama político tan complejo como inédito?
Si la economía no se derrumba de acá a octubre, entonces Sergio Massa tendrá alguna chance de captar el voto de los indecisos y de ese 30% que no fue a votar el domingo. Si la inseguridad se sigue cobrando vidas a cada hora, entonces Patricia Bullrich podrá ilusionarse con arañar un posible balotaje y, luego si, un triunfo que la lleve a la Casa Rosada. Para Milei, en tanto, será cuestión de seguir insistiendo en los problemas económicos y no cometer errores no forzados que le quiten caudal de votos, aunque también tendrá que estar atento a que no se le escurran los votos de aquellos que el domingo entraron al cuarto oscuro pensando un voto y salieron con la bronca adentro del sobre. Mientras tanto, Alberto Fernández comienza a embalar las últimas cajas de una mudanza anunciada allá lejos y hace tiempo, cuando salíamos de la cuarentena.