Los ocho rugbiers imputados por asesinato de Fernando Báez Sosa ingresaron a la sala de los Tribunales de Dolores pasadas las 10:30 horas y, tas sentarse, rodeados por la custodia de rigor del SPB, se quitaron los barbijos. Posteriormente, declararon el forense y la médica que asistió a Fernando en sus últimos minutos de vida.
Antes del inicio de la audiencia del lunes 9 de enero, Fernando Burlando, abogado de la familia de Fernando Báez Sosa, aseguró que la prueba aportada hasta el momento «ya alcanza” para condenar a los ocho imputados. Además, calificó como “muy importante” la declaración que brindarán durante esta jornada los médicos que realizaron la autopsia al cuerpo del joven estudiante de abogacía.
“Lo más importante pasa por (el testimonio de) los médicos. Fernando ingresó sin vida al hospital, entonces hoy de alguna manera lo vienen a ratificar y a aclarar que las maniobras de RCP no son determinantes en el fallecimiento de Fernando sino todo lo contrario”, indicó Burlando, previo al ingreso a la sala del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Dolores donde se desarrollará la sexta audiencia del juicio por el crimen de Báez Sosa (18).
“Tenemos el circulo muy bien cerrado, con la prueba que tenemos nos alcanza”, agregó el letrado al referirse a las testimoniales y demás evidencias incorporadas hasta el momento en el juicio.
El relato del forense
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El médico de Policía Científica Diego Duarte, quien practicó la autopsia al cuerpo de Fernando Báez Sosa, dijo este lunes que el joven «presentaba múltiples agresiones en la parte del rostro» y «tenía una importante hemorragia dentro del cráneo».
Al declarar como testigo ante el tribunal de Dolores que juzga a ocho rugbiers por el crimen, el médico dio detalles del estudio forense, y los padres de Fernando optaron por retirarse de la sala de audiencias para preservarse.
La médica que asistió a Fernando
Por su parte Carolina Giribaldi Larrosa, médica generalista y emergentóloga desde hace 18 años en el Hospital municipal de Villa Gesell, también declaró ante el tribunal. Contó que la madrugada del 18 recibió un llamado al 107 a las 5, en donde le avisaron sobre “un masculino inconsciente en la vía pública”.
“Fuimos en ambulancia y encontré a este joven sin signos vitales. Estaba siendo asistido por personal. No identifiqué si era de los bomberos. Le estaban haciendo RCP. Le había colocado un DEA. Se trata de un desfibrilador automático muy sencillo de utilizar”, afirmó.
La profesional aseguró que la ambulancia, según ella, tardó entre siete y nueve minutos en llegar.
Además, consultada acerca de cómo se constató que Fernando no tenía signos vitales, la mujer respondió: “No tenía movimiento respiratorio y no tenía pulso”. Luego sostuvo que, durante el viaje al hospital, se le continuó practicando RCP y con oxígeno porque «no tenía signos vitales».
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“Yo le hago la constatación de los sinos vitales entre las 5.07 o 5.09. En ese momento el desfibrilador externo automático (DEA) informó: ‘Paciente en asistolia. Continúe el masaje cardíaco’. Cada vez que me detenía para ver el monitor, es decir, si había alguna respuesta del corazón, el aparato volvía a decir lo mismo. Cuando el paciente está en asistolia, el DEA no dispara. Recién lo hace cuando se recupera el ritmo. Si eso hubiera pasado el DEA lo hubiera censado e indicado que me alejara para volver a un ritmo normal”, explicó la testigo.
“Lamentablemente no hubo ninguna respuesta. Cuando llegué al hospital hice el pase del paciente a otra doctora, Silvia Romero, que lo estaba esperando en shockroom”, siguió.
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En tanto que, consultada sobre la lesión en el cráneo de Fernando, descrita por el forense Duarte en la autopsia, la médica aseguró que “El tronco encefálico es fundamental. El paro cardíaco irreversible: se puede estimular el corazón manualmente, pero no tiene estímulo propio. Lo mismo pasa con el sistema respiratorio. Es imposible que alguien sobreviva si tiene una lesión en un centro respiratorio o cardíaco”, siguió.
Consultada sobre el estado de la víctima, sostuvo: “Tenía manchas de sangre en la nariz y la boca, pero no era abundante. No tenía camiseta, sí pantalón. Estaba tendido en el suelo y había mucha gente alrededor. Nadie me explicó qué era lo había sucedido”.
En tanto que sobre las lesiones en rostro y cuello de la víctima, la testigo dijo que eran hematomas grandes y longitudinales. “Se veía una marca atípica, rara, en forma de zigzag del lado de la mejilla”, dijo. en referencia a la lesión compatible con la zapatilla luego atribuida a Máximo Thomsen.