A finales de 1956, el país seguía convulsionado por el golpe de estado cívico-militar-eclesiástico que el año anterior había derrocado al presidente Juan Domingo Perón instaurando la autodenominada «Revolución Libertadora». En junio, el Movimiento de Recuperación Nacional, al mando de los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, organizó una rebelión armada peronista, con participación civil y militar. Pese a que fue sofocado, ese hecho fue uno de las que marco los años siguientes, signados por los fusilamientos de civiles y numerosos atentados.
Esos actos de violencia tomaban cada vez más fuerza con el paso de los días, y el 18 de diciembre se produciría en Quilmes un hecho que quedará por siempre en los libros de historia de la ciudad.
José María Sánchez, bombero voluntario de la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Quilmes (SBVQ), se dirigió hasta el paso bajo nivel de la calle Salta, a metros de su casa, ya que le habían informado que en el lugar se encontraba un elemento sospechoso que a algunos vecinos les hacía creer que se trataba de un explosivo.
Al llegar, Sánchez comprobó que, en efecto, se trataba de un artefacto explosivo que, de estallar, haría que el paso peatonal y las vías del ferrocarril volaron por los aires, dando lugar a una tragedia que acabaría con la vida de decenas de personas.
Sabiendo que se exponía a perder la vida, pero consciente de su deber como rescatista, Sánchez intentó desactivar el explosivo colocándolo en un balde con agua. Sin embargo, la bomba le estalló en las manos, provocándole la muerte de manera instantánea.
En ese mismo hecho resultó herido en una pierna un vecino de Sánchez, Jaime Campos, quien había llegado para asistirlo.
Bombero de Quilmes
La acción del bombero voluntario José María Sánchez es, quizá, una de las más recordadas dentro de los Bomberos Voluntarios de Quilmes. Hoy, su nombre es sinónimo de heroísmo para todo aquel que se desempeña como rescatista en el distrito, ya que evitó la mayor catástrofe mayor que se hubiera producido en el Ferrocarril de la ciudad.
El reconocido historiador Chalo Agnelli recuerda que Sánchez «no era una figura pública, era un hombre sencillo, trabajador, altruista, abocado a su familia y a su comunidad. Era uno de esos héroes anónimos que sirven sin gran fanfarria la mesa de la Patria».
José María Sánchez tenía 43 años. Estaba casado con Nélida Bella, con quien tuvo a Ilda Noemí y a José Ángel, y había ingresado a la SBVQ a los 16 años, en 1929. Trabajaba en la Cervecería, donde era muy respetado y querido por sus compañeros.
Post mortem, Sánchez fue ascendido a Oficial 2º y la calle Salta fue renombrada como «Bombero Sánchez» en su honor. En 1981, la E.G.B. N° 69 de Ezpeleta fue bautizada “Bombero Voluntario José María Sánchez”.