30 de noviembre de 2023
Nacionales

Corrupcion: Ese obscuro objeto del deseo

«Necesitamos una nación donde la corrupción no sea una forma consentida de gobernar».

Hasta el episodio Lopez (digna escena tarantinesca), el kirchnerismo se defendía de las acusaciones de corrupción (en realidad de cualquier acusación) con el ya automatizado latiguillo de la «operación magnetto» o el infantil «pero señorita, él también se copió»; los casos Boudou o Baez, por mencionar solo dos de los mas resonantes de la era K, eran hasta la semana pasada: a) plausibles de encarcelar a medio gobierno kirchnerista (según la «opo»), b) muy probablemente cierto pero no del todo hasta que la justicia se expida al respecto y c) ejemplos de como el monstruo del neoliberalismo, a través de sus multimedios y peones políticos, buscaba reinsertarse en el poder.

 

Pero la discusión, mas que para mofarse de aquellos consecuentes del kirchnerismo o de ese amigo/familiar que defendía la gestión del matrimonio Kirchner durante los últimos doce años, debería hacernos reflexionar sobre la forma en la que en Argentina se hace política, sobre esa idea instalada de que para hacer política se necesita «transar» para llegar un poco más arriba y que cualquiera que esté «mas o menos» involucrado, ése seguro que se roba nuestra plata.

Lo cierto es que no es real esa construcción: hay miles de dirigentes, funcionarios y ex funcionarios, militantes (de todos los sectores políticos) que jamás han tocado un peso ni cometido delito semejante. Aquellos que fueron cómplices (por acción u omisión) deberán ser investigados y juzgados, pero aquellos que apoyaron una idea de gobierno desde la militancia, no deben ser juzgados como cómplices, mas bien son victimas de un sector del proyecto del que forman parte, porque les han robado parte de su dinero como contribuyentes, pero también porque se han visto cuestionados sus ideales.

Algunas de las mas grandes fortunas de este país han sido producto de la famosa patria contratista, o bien de la evasión de impuestos a través de cuentas bancarias en paraísos fiscales, o del contrabando de armas o el otorgamiento de subsidios directos; la clave está, creo, en la vara que elegimos para juzgar a unos y a otros: ¿estamos dispuestos a que vayan presos todos? ¿o solo vamos a juzgar a los del otro bando?, porque si hurgamos un poco no será difícil encontrar conexiones entre kirchneristas y macristas en los negocios de las licitaciones de obra publica de los últimos 12 años.

El realismo capitalista ofrece manjares que no se desprecian fácilmente, por eso es difícil creer que este sea todo el dinero que tenia Lopez y mucho mas difícil es creer que nadie de su entorno político y dirigencial estaba al tanto de sus movimientos espurios. En ese contexto, la carta que la ex presidenta  publicó en las redes sociales días atrás, deja una sensación de gusto a poco, carente de autocrítica como mínimo: Si Lopez robaba dinero de las arcas del estado, la responsabilidad del gobierno es indudable.

Aceptar estas practicas corruptas ha sido, desde hace al menos 3o años, moneda corriente en una sociedad que hoy surfea la ola de la indignación interna ante la confirmación de lo que siempre sospechó. Es necesario recobrar el valor de nuestros principios para construir el país que deseamos, para no conformarnos con lo que pudo haber sido y para soñar con una sociedad mas justa .

Redacción

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